La materia tiene vida.

Antes se pensaba que sólo los seres biológicos tenían vida, pero hoy hemos logrado constatar reacciones químicas minerales que se asemejan en absoluto a uno proceso de multiplicación celular. En este sentido, sugiero el libro Looking Glass Universo, de John Briggs y David Peat, que es muy provocativo y esclarecedor.

Esta cuestión de la materia tener vida es muy importante y se popularizó cuando los astronautas llegaron a la luna y encontraron que la Tierra era un ser vivo.

Casi todos nosotros hemos visto cómo se degrada rápidamente un edificio sin uso. Por supuesto, usted puede asignar el desgaste acelerado con el hecho de no tener el mismo flujo de aire, no recibir mantenimiento, u otras causas más. Pero también se puede pensar que el edificio abandonado es consciente de su inutilidad y sufrir un proceso de descomposición. Algo muy parecido a lo que nos sucede cuando nos retiramos. Pensando en ello, lo más probable es que usted encontrará ejemplos. Ropa que se ha guardado, el dispositivo abandonado, el móvil en el almacén, una joya olvidada y tantas otras cosas que son diferentes cuando no utilizadas. De hecho no podemos ser sorprendidos por esto.

Y ahora, que usted admite que esto puede suceder, voy a dar a la base científica de los hechos. La física cuántica demostró que la materia y la energía son estados transitorios asumidos por una partícula. Cuando se hace la observación de una partícula, ella se asume como materia o energía. Los físicos han demostrado que el observador no está exento de este proceso. Más bien, es parte de él. De una forma u otra, la partícula se vuelve consciente de ser observada y se ha asumido como materia o energía.

Si una partícula se comporta de esa manera, ¿por qué un conjunto de partículas no puede sufrir la misma influencia? Parece evidente que los objetos también se dan cuenta de que están siendo, o no, observados. Por tanto, es muy natural que los objetos no utilizados se comportan de manera diferente de otros que sean utilizados.